jueves, 20 de enero de 2011

Joseph Ignace Guillotin


Al ver este nombre seguro que os ha recordado a algo, y me atrevo a decir que muchos de los que suponéis de lo que trata esta entrada os equivocáis. Ya que Guillotin no fue el inventor de la guillotina, y tampoco murié en ella.

La relación con esta máquina de muerte es obvia e innegable. Pero versiones de este  artilugio ya eran utilizadas en Europa desde el S. XIII. La asociación de su nombre al aparato (o epónimo, palabra que desconocía hasta que investigue sobre este hombre) nace en la revolución francesa.

Este diputado francés (y médico de profesión) propuso que se adoptase esta modalidad de pena de muerte al considerarla más rápida e indolora. Tuvo que insistir ante la Asamblea Nacional para que esta la aceptara, cosa que finalmente hizo, ya que era un método que igualaba a todo el pueblo ante la ejecución.  Con ello se acababa el privilegio de los aristócratas, que al contrario que el pueblo llano, tenían derecho a una muerte indolora.

Pero contrariamente a lo que se pueda pensar, Guillotin estaba en contra de la pena de muerte, y aun más lo estaba de que fuese realizada en un entorno público donde los niños pudieran estar presentes. Nunca le gustó dar su nombre a la máquina. De hecho se sabe de familiares suyos que pidieron formalmente al gobierno que cambiase el nombre del artefacto, pero el nombre ya estaba tan extendido que lo se les propuso es que cambiaran su apellido. 

Por último, como ya he dicho, he de desmentir que muriese guillotinado, ya que falleció por enfermedad a la edad de 76 años.

La última ejecución en Francia mediante guillotina fue en el cercano año de 1977.

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